Muestras en Ungallery: Olivia Funes Lastra y Victoria García Valenzuela: islotes de idiomas perdidos y una inteligencia artificial que devuelve la voz a las silenciadas

 

 

muestra de Olivia Funes Lastra






















muestra de Olivia Funes Lastra




















instalación de Victoria García Valenzuela 



(Buenos Aires)

El sábado 12 de julio se inauguraron dos muestras en Ungallery, una galería ubicada en el barrio de La Boca, Ministro Brin 1335, ciudad de Buenos Aires.

Las exposiciones corresponden a Olivia Funes Lastra en la Sala 1, planta baja y Victoria García Valenzuela en la Sala 2, primer piso.

En la Sala 1, Era un lugar azul, de Olivia Funes Lastra, con curaduría de Javier Soria Vázquez es una instalación inmersiva y multisensorial que integra pintura, texto, video y sonido.

Olivia Funes Lastra teje islotes con restos de idiomas perdidos. Cada tela pintada es un mapa plegable, un refugio portátil. La propuesta configura un paisaje poético en forma de archipiélago: las obras se disponen en la sala como islotes habitables, que el espectador puede recorrer y habitar con el cuerpo y los sentidos.

La escritura aparece de múltiples formas: en gran escala, en pequeñas hojas, proyectada sobre telas traslúcidas y reproducida por parlantes distribuidos en distintos puntos del espacio. A medida que se recorre la instalación, emergen relatos fragmentarios (algunos de tono poético) que expanden la experiencia de la imagen y de la materia.

 

Las pinturas, de distintos formatos, se integran a ese entramado textual y sonoro para construir un micromundo envolvente. “Son como islotes en los que el espectador puede detenerse y habitarlos”, señala el curador. Los textos, escritos por la propia artista, se presentan como fragmentos de un relato mayor, inabarcable, que aparece y se disuelve, quebrando cualquier intención de fijar una memoria estable.

En esta exposición, Funes Lastra desplaza el centro de gravedad de su práctica hacia la escritura, integrándola como trazo, imagen y sonido. La superposición de textos, imágenes proyectadas y registros sonoros desborda los límites de lo pictórico para activar una memoria emocional que apela a lo íntimo, lo sensorial y lo poético. La artista propone una experiencia que reconstruye y transmite estados emocionales vinculados a lugares habitados en el pasado.

El trabajo de Olivia Funes Lastra (Wellington, 1995) explora las analogías entre lenguaje, memoria y arquitectura en el contexto de la migración y las identidades híbridas. Su práctica es transdisciplinaria: abarca instalación, video, texto y performance, siempre desde una mirada pictórica.

El color y el textil son sus herramientas para construir una memoria viva de los lugares y las lenguas. Mediante telas pintadas, crea arquitecturas sensibles que invitan a ser habitadas. Estos espacios transitorios funcionan como construcciones mentales, a la vez ficticias y reales, y muchas veces se activan en colaboración con otros performers, conformando un cuerpo colectivo, nómada e híbrido.

Su obra está atravesada por la noción de traducción en un sentido expandido. Con un enfoque experimental y progresivo, combina telas, lenguas, colores y trazos como en un patchwork. El textil, material elegido por su transversalidad y carga simbólica (vinculada al trabajo femenino y al nomadismo), estructura una pintura en tránsito, en permanente transformación.

 

Formación y trayectoria:

Se graduó en la École Nationale Supérieure d’Arts de Paris-Cergy (2020) y realizó el Programa de Artistas de la Universidad Torcuato Di Tella (2021). Su instalación Pintura-Andando forma parte de la colección pública del FRAC Île-de-France. Fue residente en la Casa de Velázquez (Madrid, 2023–2024) y continúa actualmente en la Cité Internationale des Arts (París). Su obra ha sido expuesta en instituciones como el Centro Cultural Las Cigarreras (Alicante), la 17ª Bienal de Lyon, el Instituto Francés de Madrid, el FRAC Picardie, la Universidad Di Tella y el CCK, entre otras.

En la Sala 2, la obra Eva y la poética del agua de Victoria García Valenzuela con curaduría de Agustina Rinaldi, la inteligencia creada pesca versos de poetas olvidadas  y construye poemas. Eva, la IA devuelve voz a las silenciadas.

Es una instalación que invita a un diálogo íntimo y profundo entre imagen, palabra y tecnología. A partir de una fotografía analógica traducida al lenguaje digital, la artista trabajó con una inteligencia artificial especialmente entrenada (a la que llamó Eva) con un corpus de poesías escritas por mujeres argentinas y españolas desde 1920.

 

La pieza propone una relectura sensible de esas voces del pasado, muchas veces silenciadas, que alzaron su palabra sobre los territorios, las luchas, los afectos y las identidades. Al mismo tiempo, subvierte el paradigma moderno de la máquina como herramienta productiva, y lo reemplaza por una idea de colaboración horizontal entre el algoritmo y la sensibilidad humana.

 

Eva no repite ni reproduce: interpreta, dialoga, reescribe. Así, la obra activa una poética expandida del agua y la memoria, donde se disuelven los límites entre lo humano y lo artificial, entre lo visual y lo verbal.

 


Victoria García Valenzuela (Argentina, 1987) es artista visual multidisciplinaria. Se formó en fotografía y artes multimediales (EAF, UNA) y cursó el Máster de Fotografía de Autor en EFTI, Madrid. Su obra, ecléctica y conceptual, cruza fotografía, instalación y experimentación tecnológica.

 Ha sido premiada con el segundo lugar en el Salón Nacional de Artes Visuales (2022) y becas del Fondo Nacional de las Artes y Mecenazgo Cultural. Participó en clínicas con Guillermo Ueno, Walter Barrios, Augusto Zanela, Raúl Flores, y talleres con Ernesto Romeo, Constanza Piña, Ataúlfo Pérez Aznar y Alejandro Almaraz.

 Su obra fue exhibida en el Palacio Libertad, el Centro Cultural San Martín y en muestras colectivas en Argentina y el extranjero. Actualmente vive y trabaja entre Buenos Aires y Madrid, donde tiene su taller.

El arte migrante de Olivia y Victoria, y en otro lugar cercano, de un barrio gentrificado, los barcos de las pinturas de Benito Quinquela Martín traen, como cartas,  las voces de los migrantes y del río, como un oasis, ya que el arte, el goce estético es una emoción que cura, como lo sostiene el doctor Arturo Eduardo  Agüero en su libro Emociones que curan. Las muestras de Olivia y Victoria son con entrada libre.

 

Entrada libre

Jueves a sábado de 14 a 18, hasta el 16 de agosto 

Ministro Brin 1335, ciudad de Buenos Aires

Bibliografía: doctor Arturo Eduardo Agüero, Emociones que curan, Ediciones del Nuevo Extremo.




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