Se inauguró la muestra de fotografías Carrusel de melancolías, de Leonora Vicuña en la Fundación Larivière

 

 

 


 









inauguración de la muestra - en el centro Jean-Louis 


 




Larivière, Felisa  Larivière y la fotógrafa Leonora Vicuña 


(Buenos Aires)

El 26 de octubre Fundación Larivière inauguró al público Carrusel de melancolías, una muestra de la reconocida fotógrafa chilena Leonora Vicuña, que reúne 65 fotografías, con la curaduría de Alexis Fabry, y el diseño expositivo de Juan Lobianco. Además, con la exhibición, se edita un magnífico libro bilingüe de 128 páginas que cuenta con texto de Felipe Tupper.






Las fotografías de Vicuña retratan la ciudad de Santiago de Chile en los márgenes, y en la oscuridad en que transcurrían los años de la dictadura militar encabezada por el General Pinochet.

Durante la presentación estuvieron presentes Jean-Louis Larivière el fundador de la editorial  y presidente honorario de la fundación, la Presidenta Felisa Larivière, la fotógrafa Leonora Vicuña y otros integrantes de la Fundación.

Asistieron artistas, invitados  y público en general.

 





“La fotografía misma, en el marco de la época donde ocurren estas fotos, era historia inasible: empezaban recién a entrar los hitos de la fotografía del siglo XX en los museos a comienzos de los años ochenta, mientras en Chile el universo de los fotógrafos era paupérrimo. Esta entonces joven fotógrafa chilena deambulaba pulsando a ratos el disparador de una cámara rusa Смена, por esa ciudad agitada, autocensurada, harapienta, contrastada según los barrios al extremo, buscando precisamente aquellos márgenes en que el tiempo se detiene. Tras cuatro años de vida en España, Francia, Grecia, acababa de regresar buscándose tal vez a sí misma en ese Chile atemporal, donde avanzaba a mansalva el comportamiento de un neoliberalismo pujante, devastador, consumista mediante créditos con la soga al cuello, en medio de una ebullición cultural desbocada y de una población escindida”, escribe Felipe Tupper en el catálogo de la muestra.

 

El padre de Vicuña, José Miguel, fue un poeta positivista y ateo; su madre, Eliana Navarro, una poeta católica y mística. Su abuelo paterno, Carlos Vicuña Fuentes, desterrado por la dictadura de Ibáñez del Campo, escribió La Tiranía en Chile, “uno de los más lúcidos alegatos por la libertad” y estuvo exiliado en Mar del Plata. Perteneciente a una familia de grandes creadores, además, su prima es la artista Cecilia Vicuña. Leonora fue también poetisa. “Bailan las gordas estriptiseras en la boite negra / bailan las rubias pordioseras agrias marineras / bailan las estrellas de papel diamante las botellas / y las trampas bailan / al son de las putas las trompetas”, escribió en el poema Boite Zepelin 81.

 

La década que se inicia en 1973 fue clave en su producción. En ese año, Vicuña viajó a Madrid, pero pronto decidió ir a París para estudiar antropología. Allí, por cuestiones administrativas, quedó como inmigrante ilegal. En 1976, hizo pie en Grecia, donde se quedó un año y empezó a tomar fotografías con su cámara rusa Смена.

 

En 1977, a su regreso a Chile, donde permaneció cinco años, ingresó en la Escuela de Foto Arte. Vivió en un templo positivista llamado “La Fundación Lagarrigue”, administrado por su propia familia. Su familia, de origen vasco, ya desde el siglo XIX era seguidora de Auguste Comte. “Comte creó la Religión de la Humanidad y los Lagarrigue la trajeron a Chile”, señala Vicuña, cuya familia construyó un templo modesto en el centro de Santiago de Chile. En ese sitio, en el que la artista vivió desde 1979 hasta 1983, hizo muchísimas actividades culturales que incluyeron desde exhibiciones hasta la filmación de parte de un filme. Además, fundó junto con otros fotógrafos la Asociación de Fotógrafos Independientes (AFI), con sede en la casa templo donde vivía.

 

Entre 1978 y 1983, con sus amigos poetas tomó gran cantidad de fotos. Visitó, cuenta Tupper, los mundos más oscuros de la ciudad. “Cuando llegué a Chile, había momentos en que el toque de queda era a las 12 de la noche; en otros momentos a las 10. Noche no había. Incluso de día vivíamos un poco de noche. Era un momento oscuro donde uno iba a esos lugares a refugiarse. Y yo he tenido muy buenos amigos poetas y creadores de todo tipo que se refugiaban en los bares”, recuerda la artista.

 

Pintó y realzó detalles de sus singulares fotografías en blanco y negro para darles nueva vida. Complementó la fotografía con su pasión por la gestión cultural. Ecléctica, al tiempo que tomaba sus inolvidables fotografías trabajó como reportera gráfica en las secciones de artes y espectáculos para diferentes revistas chilenas. Además, fundó la revista de poesía La Gota Pura.

 

Desde hace más de veinte años, vive en las afueras del pueblo de Carahue, con sus vecinos mapuches, donde creó el Espacio Puerto Peral, una escuela abierta de arte y cultura.

 

 

 

 

 

 

Caboto 564

Jueves a domingo, de 12 a 19h

La muestra estará abierta hasta fines de febrero.

    

Fundacionlariviere.org

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